Este lunes 21 de Marzo se rememora el gran terremoto que destruyó gran parte de la Vega Baja.
Ahora más que nunca toma especial importancia los temblores de tierra, no solo por el hecho de que el gran terremoto que destruyó, entre otras, la población de Almoradí sembrando el caos y el desasosiego entre sus gentes de esa época, sino también por el reciente temblor que ha asolado un país como Japón, y que a fecha de hoy todavía arrastra esa gran consecuencia del calentamiento de los núcleos de la central nuclear.
Cuentan los historiadores que el desastre fue total, que casi fue el exterminio de poblaciones como
Almoradí, aún más cuando se rescatan documentos eclesiásticos de la época (los únicos con esta capacidad en ese tiempo) donde los prelados enviaban cartas a los dirigentes del gobierno central de España mentándoles las noticias y las experiencias por estos vividas.
Después del terremoto de 1829, el ingeniero guipuzcoano José Agustín de Larramendi se encargó de diseñar el municipio.
El ingeniero ideó un municipio con calles anchas y perpendiculares, al estilo de los ensanches que se acometieron en las grandes ciudades españolas. Las casas debían tener una sola planta y salida por la parte delantera, así como otra por la parte trasera a través del patio vecino. De este modo, Larramendi planificó un municipio resistente a las sacudidas que pudiesen ocurrir en el futuro.
Almoradí, y desde el temblor de Agosto de 2008, saca en procesión a San Emigdio (patrón de los terremotos), haciendo un recorrido por varías calles.